Fue una madrugada donde la soledad se había adueñado de mis
pensamientos; la cerrazón era espesa, agobiante, y me sendero, adonde me lleve
la suerte. A esas horas andaba entrado en copas, recuerdo que quería avanzar un
paso y retrocedía dos, el equilibrio me había abandonado sin previo aviso.
Distingo a unos metros, una luz roja, estaba quieta,
solitaria como yo, me quedé observando por un buen rato hasta que una alarma
interior me avisa, que ahí adentro, había gente.
Encontrar el picaporte, fue una tarea por demás de
complicada, hasta que un ángel abrió la puerta y la noche se iluminó con olor a
tabaco, perfume de oferta, música de tragos baratos, y un cantor que dormitaba
sobre la barra.
Recuerdo que fueron muy amables con mi persona las señoras
que atendían el lugar, me hicieron
gastar todos los pocos mangos que me quedaban, pidieron un taxi y me
introdujeron sin saludarme, quizás para que no extrañara.
A los dos días, ya recuperado de los dolores corporales fui
al médico del alma, me escucho con una sonrisa que trasmitía paz. Haz tocado
fondo, hermano mío, me dijo con su mano puesto sobre mi hombro, y eso es
importante me siguió diciendo, ahora intenta recuperar tus amigos, aquellos,
los de la infancia, los del deporte, y vuelve a tu hogar, abraza a tu familia,
ellos no abandonan.
Seguimos caminando un rato en silencio, hasta que pregunto
cual es el diagnóstico, sin esperar respuesta certera, y me dice, tienes
“síndrome de soledad”, la enfermedad mas moderna.
………………………goyo
